“Me he cansado de la perfección”
“Me he cansado de la perfección.
He hecho las maletas,
me voy de aquí.
Adiós.”
Estas palabras son del poema Perfection, Perfection de Fr. Kilian McDonnell y nos recuerda que la búsqueda de una perfección absoluta puede robarnos la paz interior. En cambio, la gratitud nos permite vivir con libertad, valorar lo que tenemos y encontrar alegría incluso en medio de nuestras imperfecciones.
La ciencia respalda esta visión. Hazlett (2021) descubrió que practicar la gratitud reduce la activación de la amígdala, la región del cerebro asociada con el miedo y la ansiedad. Cultivar un corazón agradecido nos ayuda a responder al estrés con calma y claridad.
La Biblia nos habla en varios versículos sobre la importancia de agradecer. En 1 Tesalonicenses 5:18 leemos:
“Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús.”
Colosenses 2:6-7
“Por tanto, de la manera que recibieron a Cristo Jesús el Señor, anden en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe, así como se les enseñó, rebosando de gratitud.”
Dar gracias no es solo un acto emocional: es una disciplina espiritual.

Pero a menudo la gratitud se ve opacada por el sentimiento de derecho:
- Gratitud: reconocer lo recibido como un regalo.
- Derecho: creer que merecemos algo, lo que genera comparación, insatisfacción y frustración.
Como expresa Fr. Kilian McDonnell en su poema:
“Incluso la forma perfecta y esculpida del radiante David de Miguel Ángel entrecierra los ojos, la Venus de Milo no tiene brazos, y la Campana de la Libertad está agrietada.”
La perfección absoluta no existe. Aceptar nuestra fragilidad nos abre los ojos para reconocer cada bendición como un regalo, y nos ayuda a crecer en humildad, gratitud y bienestar interior.
Dice McDonnell en su poema:
“He entregado mi aviso, devuelto las llaves, firmado mi finiquito, renuncio.”
Renunciar a la perfección no significa conformismo ni mediocridad, sino libertad: abrir espacio para la misericordia, la alegría y la gratitud.
Vivir agradecidos es aprender a reconocer cada regalo, pequeño o grande, como una muestra del amor de Dios en nuestra vida.
Con frecuencia recibimos bendiciones que ni siquiera esperábamos, pero aun así se nos escapan de la vista. A veces, por una mínima incomodidad o contratiempo, dejamos que la frustración nuble nuestro corazón y olvidamos el regalo que ya hemos recibido. La gratitud nos invita a detenernos, mirar con ojos nuevos y reconocer la gracia escondida en lo cotidiano.
Alguien podría decir: “Pero Jesús dijo: ‘Sean perfectos, así como su Padre celestial es perfecto’” (Mateo 5:48). Sin embargo, pienso que la perfección a la que nos llama no es la obsesión por no fallar, sino la perfección del amor. En ese mismo pasaje, Jesús nos habla de amar a los enemigos, orar por quienes nos persiguen y vivir en misericordia.
Por eso, cuando renunciamos a la idea de una perfección humana imposible —como lo expresa Fr. Kilian McDonnell en su poema— no estamos contradiciendo la Escritura, sino dejando espacio para la gracia.
La verdadera perfección se encuentra en vivir agradecidos, amar con plenitud y confiar en la misericordia de Dios.
Poema completo en inglés
Perfection, Perfection
By Fr. Kilian McDonnell, OSB
I have had it with perfection.
I have packed my bags,
I am out of here.
Gone.
As certain as rain
will make you wet,
perfection will do you
in.
It droppeth not as dew
upon the summer grass
to give liberty and green
joy.
Perfection straineth out
the quality of mercy,
withers rapture at its
birth.
Before the battle is half begun,
cold probity thinks
it can’t be won, concedes the
war.
I’ve handed in my notice,
given back my keys,
signed my severance check, I
quit.
Hints I could have taken:
Even the perfect chiseled form of
Michelangelo’s radiant David
squints,
the Venus de Milo
has no arms,
the Liberty Bell is
cracked.