Daniela Raquel Granada Barahona
Mención Especial en el Concurso de Poesía Juvenil 2025
«Porque os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es
Cristo el Señor.»
— Lucas 2:11
El día en que naciste, Jesús mío,
fue un día de victoria.
Aquel humilde pesebre vio llegar
al Salvador del mundo,
al niño de mirada pura,
al cielo hecho pequeñito entre la paja.
Y yo me pregunto cómo esa ternura,
cómo ese susurro de vida recién llegada,
se convertiría en el Hombre
que obró milagros imposibles,
en el Hombre que venció la muerte
y nos salvó sin merecerlo nosotros.
Hijo Unigénito de Dios,
nombre que pronunciamos con fervor
al cerrar nuestras oraciones.
Aquel hermoso bebé nacido del vientre de María,
elegida por el Padre para llevarte,
creció para cargar una cruz
que no merecía Él,
pero que abrazó por amor
a un mundo que aún aprende a amarte.
Jesús mío, yo no soy digna de escribirte;
a tu lado soy apenas un soplo,
pero aun así deseo honrar tu llegada,
recordar el porqué celebramos la Navidad.
Y cuando faltan los regalos,
el dinero, el trabajo,
yo vuelvo a tu promesa pura:
que nada nos faltará.
Intercede por nosotros ante tu Padre,
el Gran Señor,
que no nos olvide,
como nosotros luchamos por no olvidarte
ni a Él,
ni a ti,
Su Hijo,
Su milagro,
nuestro Salvador.
Hoy dejo aquí esta poesía humilde,
pero honesta,
para recordar tu nacimiento,
tu amor inmenso
y la esperanza que trajiste al mundo.