Por Griselda Rojas

El cáncer es mucho más que una palabra.
No se comprende del todo hasta que toca a tu familia o a alguien muy cercano. Es entonces cuando se siente a flor de piel, cuando deja de ser una estadística y se convierte en una herida viva.
Durante años, la sociedad ha nombrado el cáncer como una enfermedad devastadora, pero es difícil entender el peso real de ese diagnóstico hasta que lo ves de cerca: hasta que presencias cómo transforma cuerpos, rutinas y esperanzas.
Yo lo viví en carne propia. Vi a mi madre, mi amada madre, consumirse poco a poco tras un diagnóstico que llegó demasiado tarde: Linfoma no Hodgkin.
Nada nos preparó para el proceso, ni para el dolor, ni para la impotencia de verla apagarse mientras hacíamos todo por sostenerla.
El cáncer no solo afecta al cuerpo… también rompe el alma de quienes aman.
Creo que es crucial que impulsemos campañas constantes para promover el cuidado de nuestra salud.
No debemos permitir que circunstancias adversas nos manipulen, pues todos tenemos derecho a la atención médica. El cáncer de mama, próstata, colon, pulmón y piel, entre otros, se encuentran entre las principales causas de mortalidad a nivel mundial.
Según las estadísticas, para el año 2050, un gran número de personas perderá la vida a causa de estas enfermedades, que arrebatan a nuestros seres queridos. Y no podemos olvidar el devastador impacto del cáncer infantil, que merece igual atención y esfuerzo en su prevención y tratamiento.
Prevenir y cuidar a nuestros seres queridos debe ser una prioridad, y es fundamental unificar esfuerzos en la lucha contra esta enfermedad. Las organizaciones pertinentes deberían realizar campañas constantes.